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SUDOR, SALITRE E IMÁGENES

CLIC.

 

Ese es el sonido seco, breve y metálico que escucho cada vez que disparo mi cámara de fotos. Para que tú hoy puedas tener entre tus manos este ejemplar de Sudor y Salitre en el Cantábrico, yo he tenido que escuchar ese sonido cientos, miles, incluso decenas de miles de veces, sin embargo, el clic con el que toda esta historia empieza no fue el del disparador de mi cámara, fue el de mi cabeza.

  

En el año 1999, el semanario francés Paris Match quería hacer un reportaje sobre las regatas de traineras y contactó conmigo para que guiase al fotógrafo en la tarea. Fue entonces, en la embarcación y con nuestras cámaras en la mano, cuando mi cabeza hizo ese clic.

 

A pesar de haber nacido en Castro Urdiales, en donde las traineras son casi una religión y, a pesar de haber asistido a muchas regatas desde niño, fue a bordo de aquella embarcación, trabajando con mis colegas franceses, cuando yo descubrí las mil facetas del remo de traineras que habían estado ocultas a mi ojo.

 

Podría decirse que me enamoré de las traineras porque comprendí que aquello era mucho más que un deporte. Para mí, la belleza de las traineras representa y simboliza la épica de la eterna lucha entre el hombre y el mar.

 

El agua de mar es salada, al igual que nuestro sudor y las lágrimas. La sal, en todas las culturas, simboliza la vida y el renacimiento y navegar por el mar, para mí, simboliza el curso de la vida porque avanzar en él supone superar obstáculos, escollos, supone la felicidad de llegar al destino, pero también nos ofrece la amargura de un naufragio.

 

La grandeza de las traineras es la de un deporte que nace de los pescadores, una de las profesiones más antiguas del mundo, su simbolismo, su espiritualidad está grabada a fuego en los corazones de los remeros y esa espiritualidad, que transciende y toca a los aficionados, es la que he tratado de capturar con mis cámaras.

 

He querido estar con mi cámara donde, antes de mí, nunca nadie había estado, en el mar, lo más cerca posible de las traineras, de sus remeros, para poder fotografiar cada gesto, cada remada, cada gota de sudor, cada lágrima. He querido fotografiar el esfuerzo y las heridas del sacrificio. He querido enseñar la épica de cada regata entre los golpes del mar.

 

Con cada una de estas fotografías, rindo homenaje a todas las mujeres y hombres que, entre sudor y salitre, les han dado vida a mis imágenes y os invito a que, en este viaje que vais comenzar al pasar la página, sintáis todo aquello que yo he podido sentir a lo largo de mis últimos veinte años fotografiando el remo de traineras en el Cantábrico

 

Humberto Bilbao

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