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Apasionado por inspirar a otros.

Nací en Castro Urdiales, un pueblo costero de Cantabria de antigua tradición marinera y pesquera.

 

Mis comienzos en la fotografía vinieron de la mano del programa “El hombre y la tierra” que me inspiró para hacer fotografía en la naturaleza.

 

Durante unas vacaciones en la Isla del Hierro realicé un reportaje fotográfico sobre la fiesta de La Bajada de la Virgen de los Reyes que se celebra cada cuatro años. Ese reportaje fue publicado en varias revistas de turismo y de viaje y ese fue el punto de inflexión en el que mi pasión por la fotografía se convirtió en mi profesión.

 

Desde aquel reportaje, transcurrió algún tiempo hasta que me vinculé profesionalmente con el mundo el remo. Castro es, como muchos de los pueblos costeros del cantábrico, una de las cunas del remo de traineras. De niño acudía con mi padre a ver las regatas porque era uno de los acontecimientos del pueblo, sin embargo, yo vivía ese deporte con cierta distancia.

 

En el año 1999, el semanario francés Paris Match quería hacer un reportaje sobre las regatas de traineras y contactó conmigo para que guiase fotógrafo en la tarea. Fue entonces, en la embarcación y con nuestras cámaras en la mano, descubrí las mil facetas del deporte de remo de traineras que antes habían estado ocultas a mi ojo.

 

El trabajo para Paris Match dejó en mí la semilla que había de forjar mi relación con este deporte para los siguientes veinte años. Decidí que a través de mi profesión quería mostrar lo que los aficionados no podían ver desde los muelles, quería innovar en las formas y en las técnicas y me metí de lleno en ello con el beneplácito y el apoyo incondicional de Nuria, mi mujer.

 

A pesar de que por aquel entonces desconocía que el gran fotógrafo Peter Lindbergh sostenía que teníamos que ser atrevidos, diferentes, ser cualquier cosa que asegurase nuestro objetivo, nuestra visión, en definitiva, alejarse de lo convencional saliendo de las zonas de confort de nuestra profesión, justo eso es lo que yo comencé a hacer.

 

La tradición marcaba que las fotografías en las regatas se tomaban desde los muelles. Yo fui el primero que rompió esa regla subiéndome en una embarcación con mi equipo para hacer aquellas fotografías que nadie más podía hacer, lo suficientemente cerca de lo que estaba sucediendo para que cada una de esas imágenes mostrase lo que hasta entonces nunca se había visto del remo de traineras.

 

A pesar de la polémica que suscitaron mis primeras fotografías porque reflejaban los detalles concretos más allá de una visión general de la trainera. Esas primeras fotografías y esa forma de trabajar, junto con la posterior edición digital, marcaron un antes y un después en la forma en la que el remo de traineras se mostraba al mundo.

 

Durante cinco temporadas fui el fotógrafo oficial de la Asociación de Clubs de Traineras que organiza la liga más importante de traineras de todo el cantábrico y posteriormente decidí retornar al mundo de la prensa y los medios de comunicación tratando de reflejar con mi trabajo la lucha entre el hombre y el mar en la que siempre, también en este deporte, el hombre está a merced del mar.

 

He llevado del deporte del remo de traineras a diversas revistas y suplementos dominicales nacionales y tuve el honor de que el diario francés de información deportiva L'Équipe se hiciera eco de parte mi trabajo con las traineras.

En muchos momentos a lo largo de estos veinte años fotografiando el remo de traineras he estado a punto de tirar la toalla. Innovar no es sencillo y no siempre se ha sabido entender la importancia que para las traineras suponía y supone este registro fotográfico. Nuria nunca me permitió abandonar mi proyecto, su perseverancia, su impulso, su ánimo a perseguir todos y cada uno de mis objetivos era lo que me hacía continuar.

 

Si yo me involucraba con todo, Nuria se involucraba conmigo aún más. Aprendió de mi profesión e incluso se atrevió sin complejos a capturar diferentes momentos del remo de traineras en tierra. Ella estaba donde yo no podía estar y no me soltó nunca la mano hasta aquel fatídico día de otoño de 2020 en el que el cáncer se la llevó de mi lado.

 

Dos años después, ha llegado el momento de cerrar el círculo y no he encontrado mejor manera de hacerlo que publicar un libro recopilatorio que rinda homenaje a todas las mujeres y hombres que entre sudor y salitre han dado vida a mis imágenes y, por supuesto, a Nuria, mi mujer, mi apoyo y la persona que le ha dado sentido a toda esta obsesión por coger mis cámaras y buscar aquellas fotografías que nunca, nadie antes, se había atrevido a hacer.

 

 

Humberto Bilbao.

 

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